“La leyenda de los hipocampos”
Hubo una vez un dios que preguntó a los animales
por su destino.
-Ahora mismo debe decir cada uno de ustedes dónde
se quiere quedar, si en el agua o en la tierra.
Los animales se sintieron desconcertados.
Estaban acostumbrados a subirse volando hasta el
cielo o a sumergirse en el fondo del mar o a comer alfalfa fresca en el campo,
con total libertad.
Pero bueno, ahora había que decidir.
-Elegir es perder un poco- protesto un camelo que se guardaba un poco de
agua dentro de la joroba.
-A mí eso de siempre agua o siempre tierra me da
un poco de miedo- comentó la trucha.
-La tierra tiene sus cosas y el agua tiene sus
cosas- afirmó un conejo creído de decir una frase célebre e inolvidable.
Las vacas, sin dudarlo, se fueron lentamente al
campo.
-Para nosotras se ha hecho pasto bien verde-
opinaron.
Y los toros las siguieron.
Los pejerreyes eligieron rápidamente los ríos y
os mares, pero se mantuvieron firmes en su deseo de ser siempre elegantes y de
estar cerca del calor del sol.
La ballena no lo dudó: le gustaban las olas del
mar.
Así cada animal se fue organizando, armando
grupos ya sea para caminar sobre la tierra o nadar sobre las aguas.
Los cangrejos dudaron un poco: dos pasos atrás ,
dos pasos para adelante.
Finalmente se quedaron cerca de la playa, por si
podían hacer alguna trampita.
Mientras tanto, las plantas también iban
organizándose, por las dudas se les preguntara. El ombú, se fue para la pampa.
Los sauces, cerca de río.
Las algas , al fondo del mar.
Sin embargo ese dios, antes de que terminara la
jornada, vio que algunos animales todavía estaban dudando:
-¿Qué les pasa a ustedes? –preguntó a la gran
familia de caballos- ¿Ya eligieron lugar donde vivir?
Entonces, el caballo de cola más larga empezó a
relinchar una explicación.
Habló largo rato. Explicó todo lo que pudo, aun
en idioma que no entendían todas las especies, que ni siquiera comprendían
todos los de su gran familia.
Esa misma tarde, allí donde la espuma se rompe
contra las piedras, los caballos resolvieron separarse en dos grandes familias:
la de los caballos de tierra y la de los caballos de agua.
Los caballos de tierra andan corriendo por la
pampa.
Son los caballos salvajes que están cerca de las
sierras. Usan coas largas, flequillo y crin, les encanta conquistar a las
yeguas que suben piedra por piedra para verlos desde lo alto del valle.
Los caballos que resolvieron quedarse en el mar
formaron otra familia, la de los hipocampos.
Cambiaron de color.
Se hicieron cristalinos y pequeños.
Ellos tienen los ojos bien alertas, porque no es fácil
vivir allí. Por eso con un ojo andan siempre buscando una pareja para tener
hijos y con el otro ojo miran para ver si algún pez se los quiere comer.
Les encanta dormir entre los corales, arman allí
un lugar con algas y caracoles para que venga la hembra y los fecunde. A los hipocampos machos les
gusta mucho quedarse esperando que nazcan los doscientos hijos que tienen cada
vez que son fecundados por las hembras.
En cambio ellas, solo desean nadar entre cardúmenes
llenos de color, meterse dentro de las cuevas y nadar por los mares cálidos
buscando leyendas que están siempre entre las aguas de los mares más profundos.
FIN
Escritor: Emiliano Bertoletti
Facebook: https://www.facebook.com/emiliano.bertoletti
Celular: 03467-15445430
No vi en ningún lugar que citen a la autora: Silvia Paglieta. No sé si no veo bien, pero dice Escritor: Emiliano Bertoletti. Pero la autora es Silvia Paglieta....
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